sábado, diciembre 09, 2006

Víctimas de la prensa: probando una cucharada de la misma sopa

La pesadilla de Patricia llega por una pantalla de TV
Fue realmente penoso. Con sus ojos muy abiertos y la voz casi quebrándose Patricia decía: “Y cómo le explico a mi hijo que su padre no es un ladrón”.
Patricia Enríquez es una reconocida periodista deportiva en Cuenca. Inició en radio, pasó a prensa y ahora tiene su propia revista. Como ella misma dice: “me retiré del diario porque literalmente llegué a acostarme con la fuente”. Tras varios años de ejercicio se casó con el árbitro FIFA Patricio Carpio y en una consideración ética, se retiró y fue tras su propio sueño.
La pesadilla de Patricia llega casi todas las semanas, con los comentarios del “periodista” Vito Muñoz (a quien algún programa cómico le moteó como “pito feroz”)
Como Muñoz, sin ningún empacho, se deja ver como hincha incondicional del Barcelona “Sporting Club”, y como Patricio Carpio ha pitado varios partidos en los que el “equipo torero” perdió, entonces pasó a ser víctima de los comentarios negativos del periodista-hincha.
“Y ahora pitará este ca-ca…Carpio…”
Puede parecer como una inocente equivocación –cacareo repentino- pero obviamente tiene un doble sentido muy fuerte.
La angustia fue peor cuando Patricia, que mira los programas deportivos en compañía de su hijo, escuchó cómo una noche “pito feroz” trató de “ladrón” a Patricio Carpio.
La mañana del sábado cuando Patricia contaba a un grupo de ex compañeros suyos cómo se sentía que a través de un medio de comunicación llamen injustamente y sin pruebas a uno de los suyos “ladrón”, pensé en cuántas angustias similares se reflejarán en los rostros de centenares de mujeres y niños cuyos padres aparecen como “presuntos” en las garras de la Policía y sus ruedas de prensa semanales.
El análisis es doble.
¿Los periodistas tenemos “patente de corso” para tildar de lo que sea a quien sea?
¿Los periodistas deportivos tienes “patente de corso” para ser hinchas y tildar de lo que sea cuando su equipo pierde?
¿Y usted qué opina?

Mi hermano en la crónica roja

“El primer recuerdo de mi hermano de crianza es una descolorida foto en la que dos niños, de unos cinco años de edad, se dan de trompadas con viejos guantes de box. Estábamos de modelos para el fotógrafo de las cosas lindas de la vida que es mi padre.”
Este es el primer párrafo de una especie de despedida leída al pie del féretro donde estaba Guido Vintimilla, mi hermano de crianza, hijo de don Rodolfo Vintimilla, fundador del diario El Correo, en Machala.
Guido era complicado. Sus razones tendría para haberse tomado una copa de cianuro mientras escuchaba a todo volumen la ópera Rigoletto, de Giuseppe Verdi.
La noche de domingo cuando recibí la llamada anunciando su muerte, fui hasta su casa como hermano, más que como periodista. Lo encontré en el piso de la cocina, de espaldas y las piernas semidobladas. En su mano una botella de plástico y un chorro de agua de una llave que, en los estertores de muerte, quedó abierta.
Buscaba un último sorbo. Algún vecino escuchó un desesperado grito que llamaba a su madre…
Lo mejor era que la diabética mujer no vea ese terrible cuadro de dolor en el que el actor principal era su hijo único, aquel en quien tenía las esperanzas puestas de que la cuide ahora que estaba vieja y enferma. Los únicos testigos: sus familiares, otros vecinos y unos agentes con cámara digital de fotos en mano.
Al día siguiente, una cruda fotografía del hombre acompañaba a una imprecisa nota de prensa en el diario La Tarde. La autora, una despampanante periodista de crónica roja a al que nunca se le escapa nada, ni a ella ni a su red de uniformados colaboradores que le entregan todo: notas y fotos.
La atribulada madre vio el cuadro. No soportó, cayó en una especie de coma diabético. Exactamente un mes y medio después murió por inanición. Decidió dejar de comer para ir en busca de su amado hijo.
Cuando vi la nota de prensa, me aborrecí. Trataba de recordar cuántas veces había hecho algo similar…
Este tema lo hemos discutido con los compañeros de la redacción y hemos sacado conclusiones claras, una de ellas: la sociedad nos ha hecho una importante concesión al permitirnos que la mantengamos informada, pero no debemos perder la sensibilidad ni tampoco olvidar que nuestra materia prima, a más de ideas, son seres humanos.
¿Y usted, si alguna vez ha sido víctima de la prensa, qué opina?