lunes, marzo 05, 2007

Disneylandia y la provincia 23


Por Rubén Darío Buitrón

La polémica por la provincia 23 ha puesto en apuros a la prensa nacional. Sin pensarlo mucho, la mayoría de medios tomó el atajo fácil: convertirse en caja de resonancia de advertencias, amenazas, declaraciones, comunicados, reclamos, endurecidas respuestas presidenciales desde una abandonada población fronteriza e irónicas contrarréplicas municipales desde Disneylandia.
El caso de la provincia 23, que quizás nunca se concrete porque la decisión final la tendrá el congreso gutierrista-alvarista-nebotista-, ha desnudado los vacíos e inconsistencias del periodismo ecuatoriano.
Registrar cada ofensa y agresión verbal de los contendientes no es hacer información. Es convertir los espacios periodísticos en un ring de boxeo.
Probablemente los medios se confunden por los falsos ecos de lo que publican: imponen el tema como punto central de la agenda informativa y reciben aplausos del centenar de personajes (0,0001 por ciento de la población) que intentan convencer al país de que su interés particular o de grupo es el interés de todos los ecuatorianos.
Si los medios repensaran su rol e hicieran periodismo responsable, debieran reflexionar sobre la importancia estratégica de cada noticia que publican y sus efectos para un país frágil, trizado y moribundo.
Pero la prensa insiste en dejarse llevar por las pasiones, actitudes viscerales y susceptibilidades de los “líderes de opinión”. Sin buscar las contrapartes y dar a todas el mismo espacio y relevancia -como aconsejan los manuales básicos de periodismo- sus primeras reacciones fueron inflar una parte del problema.
Hablaron con reiteración de lo que perdería Guayas con la provincia 23, pero no hicieron información contextual y documental: más allá de que el suscriptor del proyecto sea el presidente Correa, ¿los periodistas han investigado las razones históricas que llevaron a tres cantones guayasenses a sentirse marginados frente al espectacular crecimiento de una parte de Guayaquil, cantón central de la misma provincia?
Tampoco cumplieron otro requisito básico del buen periodismo: ponerse en los zapatos de los otros, caminar las calles de los tres cantones, recoger los sentimientos de la gente común, percibir la sensación de sentirse marginado.
¿Los periodistas sabían que el alcantarillado en Santa Elena solo llega al 40 por ciento o que en Salinas el 30 por ciento de su población no tiene agua potable? Si lo sabían, ¿por qué no lo dijeron antes? ¿Por qué no fijaron responsabilidades y exigieron rendición de cuentas? Si no lo sabían, ¿qué clase de periodismo hacen por sus ciudadanos?
Con el caso de la provincia 23, muchos medios –críticos de la demagogia, el populismo y el efectismo- han hecho demagogia, populismo y efectismo. Mientras los titulares de la prensa celebran el gancho de derecha de Nebot contra el jab de izquierda de Correa, tanta agresividad, promovida por la prensa, terminará en un K.O. que echará abajo lo poco que del país queda en pie.