viernes, mayo 07, 2010

Pero si solo piden consenso por el agua



La indiscutible obra vial que el Gobierno de Rafael Correa ha realizado en el Austro no será, por sí sola, argumento suficiente para sostener el respaldo que la región ha dado a su gestión, si es que la Asamblea, donde tiene mayoría, se empeña en no escuchar las demandas que en torno a la Ley de Recursos Hídricos y al tema minero formulan varios sectores sociales.

Al menos, y tras una prolongada calma, esta semana se constató una sensación de descontento: volvieron el gas lacrimógeno, las marchas y las detenciones en medio del cierre de vías interprovinciales, sobre todo en el sector de Victoria de Portete, donde se afincó un grupo que reivindica como un derecho el acceso libre al agua y condena la explotación minera a gran escala –también con la intención de asegurar la provisión del líquido vital–.

Y el primer día de protesta, justamente cuando la Asamblea Nacional se disponía a iniciar el segundo debate del proyecto de Ley de Recursos Hídricos, hubo detenidos en medio de una acción policial calificada como exagerada. Las fotografías captadas en los fríos páramos del Portete de Tarqui son elocuentes: en una de ellas, por ejemplo, tres policías se llevan a rastras a un dirigente comunitario de cuyas prendas está aferrada su madre, una anciana mujer campesina que intenta alcanzar el brazo del hijo; ambos tumbados sobre el asfalto mojado, mientras otro grupo de policías reprime a quienes reclaman por el hecho.

¿Fue necesaria esa demostración de fuerza?


Y la situación de protesta amenaza con radicalizarse por una tozuda posición política que no siente, como lo sentimos en el Sur, descontento y desencanto.

El comentario en varios círculos es: ¿Y cuál es la salida que promoverá el cuencano Fernando Cordero Cueva, desde la posición privilegiada de presidente de la Asamblea, a la que llegó con el actual Gobierno?

Recuerdo cuando Cordero Cueva era alcalde de Cuenca, y por lo tanto acérrimo defensor de Etapa, Empresa Municipal de Teléfonos, Agua Potable y Alcantarillado –de hecho trataba de mostrarse en el contexto nacional como paladín de la descentralización y Etapa era el arma para denostar contra el “Estado centralista”–. Eventualmente pedía a sus asistentes, cuando estaba al frente de una gran cantidad de periodistas, que le trajeran un vaso con agua obtenida directamente en la llave de su despacho. Y lo bebía frente a las cámaras.

Así impresionaba a los periodistas y sancionaba a las empresas que, desde aquel entonces, embotellaban el líquido para, a través de recursos “marketineros”, otorgaban “estatus superior” a quienes iban por allí exhibiendo en una mano, o en uno de los bolsillos de su mochila, una botella plástica con un poco de agua.

El Corcho –perdón, es la primera vez que le llamo así– debería reflexionar y pedir a uno de sus asesores, en la Asamblea Nacional, un vaso con agua obtenida en la llave de su despacho, tomarse unos tragos y después declararse opuesto a los intereses privatizadores del agua que, según denuncian los protestantes, tiene el actual proyecto de ley.

Después de todo, ellos solo piden consenso, y Cordero necesita demostrar que el agua no sirve solamente para lavarse las manos.

Artículo publicado en EL UNIVERSO