lunes, agosto 05, 2013

El periodismo sí construye

La decisión fue acertada: aquella escuela de periodismo había decidido eliminar la cátedra “emprendimientos”. La intención era evitar que los nuevos profesionales de la comunicación sean tan “emprendedores” como los médicos que sí tenían esa formación en su malla curricular, y que vieron en el dolor del otro una oportunidad, materia prima con la que se puede lucrar bien, muy bien, exageradamente bien…

Y los hospitales privados tomaron un auge inusitado. Y los planes de servicios eran componentes necesarios en esa dinámica “emprendedora” de la salud que no previene, sino cura a largos plazos. Y la cesárea pasó de ser medida extrema a una prioridad. Y el “voucher”, la puerta de entrada.

Por eso creo que la comunicación no debe ser vista como un “emprendimiento”. Ni que un empresario exitoso de cualquier cosa pretenda enseñarnos periodismo “porque el periodismo critica y nosotros los empresarios construimos”.

Intentaré explicarlo: el oficio periodístico ha permitido vivir con dignidad a mucha gente. Lo ha permitido en la misma medida en que esos profesionales han invertido en dignidad, en ética, en rigor en el ejercicio de ese mismo oficio. En esta estirpe, más bien, ha sido visto como un conflicto ético el hecho de que la información se considere una mercancía: obtener la licencia para confundir comunicación con propaganda. Información con publicidad. La verdad transparente con ficción maquillada de verdad.

En la mediación entre “periodistas emprendedores” y sus clientes existe el riego de sacrificar el patrimonio de todos: la credibilidad. El periodista puede limitarse a ser un instrumento, a cambio recibe la compensación económica que, de ser abultada, en el balance de fin de año ubicará al “emprendimiento” como exitoso. Nada más.

¿Que el ejercicio periodístico debe ser bien remunerado? Sí, con reglas claras, y cuidando de que el “emprendimiento” no excluya los compromisos deontológicos, que sería el camino corto. Y de lo que se trata es que tengamos claro que esta dinámica de la comunicación colectiva y la actividad empresarial pasa por la concesión permanente que la sociedad hace a esas empresas para que la tengan informada; una concesión con rúbrica en el derecho consuetudinario, lo que exige un compromiso irrenunciable con la verdad, o con la aproximación a la verdad a través del ejercicio de la honestidad intelectual de los periodistas.

La actividad del periodista es una mediación que no puede ser valorada como un “emprendimiento”, porque “los hechos son sagrados” y no objetos de negociación comercial. Lo que le da licitud es una acumulación de credibilidad como su principal capital, y lo demás llega por añadidura; es la dinámica menos perjudicial en el actual sistema de mercado.

Regresar sobre estas reflexiones es imprescindible luego del fallido ejercicio académico de “montar un emprendimiento” y “venderlo” a un empresario que descalificó la propuesta y nos devolvió la tranquilidad: no somos buenos negociantes de la información.

Y una cosa más: que el periodismo sí construye. Ha construido durante mucho tiempo, y creado un patrimonio de credibilidad que aunque en algunos casos no ha amasado fortunas y en otras ha premiado con credibilidad, fundamenta en la actitud crítica un camino indispensable para su rol como mediador social.


Por eso, el periodismo, desde la crítica, sí construye.

Artículo publicado en EL UNIVERSO

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